domingo, 4 de marzo de 2018

MUERE EL SABIO JORGE WAGENSBERG. LAS PÍLDORAS DE UN SABIO


“La muerte es la más sorprendente de todas la noticias previsibles”, dice un aforismo de Wagensberg
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS


“La muerte es la más sorprendente de todas la noticias previsibles”, dice un aforismo de Jorge Wagensberg, que dedicó al género varios libros, el último de ellos Sólo se puede tener fe en la duda, que, aparecido hace un mes, recoge las casi 800 “píldoras” que fue publicando en los últimos años en Babelia, el suplemento cultural de EL PAÍS. Con puntualidad de profesor de Teoría de los Procesos Irreversibles enviaba a la redacción una nueva entrega al día siguiente de publicarse la anterior. Solo falló cuando el 12 de febrero se publicó La mano en aforismos. Allí contaba que le gustaban tanto las ferreterías –verdaderos museos de historia cultural- como las librerías o los museos de historia natural. Aunque sus emocionantes y desternillantes memorias –Algunos años después– merecen un lugar propio en la historia de la literatura autobiográfica en español, Wagensberg siempre consideró que, por su carácter “objetivo, inteligible y dialéctico”, el aforismo era el género literario más científico. Cuando definía esos “pensamientos concentrados para tiempos dispersos” parecía estar haciendo su propio autorretrato: huyen del dogma, requieren cierta dosis de humor y son perfectos para iniciar una conversación.

He aquí cuatro dosis: “La verdad en ciencia es, sencillamente, la alternativa más probable compatible con las evidencias disponibles”. “La pureza es solo una mezcla de referencia”. “El ciudadano que sólo lee un libro tiene menos remedio que el que no lee ninguno”. “No se puede vivir sin contradicciones, pero sí con las mínimas”. La religión, la corrupción, la música, la química, el maltrato animal, la democracia, la felicidad y, por supuesto, el humor fueron objeto de sus fulgurantes reflexiones. También la muerte, a la que dedicó una entrega hace un año. La primera anotación decía: “No hay manera de encontrar consuelo frente a la certeza de que un día vamos a morir, ni siquiera en lo bajísima que fue en su día la probabilidad de que llegáramos a nacer”. Y es verdad, no hay consuelo.

https://elpais.com/cultura/2018/03/03/actualidad/1520105656_452582.html

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